Tristeza

Tristeza, ¿por qué me invades? ¿Por qué vienes a mí en cuanto atisbas un destello de felicidad (sí, tu gran enemiga) en mi rostro? Noto tu presión en mi pecho y en mi cabeza, y me atrapas, y me ahogas. Atacas mis pensamientos, desgastas mi energía, consumes mi cuerpo y mi alma. Todavía no me he recuperado de la última vez que estuviste de "okupa" en mi vida (porque nunca fuiste invitada), ni he conseguido reponer todas las lágrimas que me hiciste derramar a pesar de que la necesidad de llorar que haces sentir al quien te acercas haces que éstas resurjan y vuelvan a discurrir por mi rostro. Te aferras a mí y no me dejas nunca. La sonrisa que un día hubo en mi rostro ha desaparecido y, lo peor de todo, es que ya no recuerdo ni cómo era ni creo que supiera cómo volver a mostrarla. He intentado luchar contra ti pero ya no me quedan fuerzas. Tú ganas. Confío en que algún día te canses de mí y vuelva a mí la ilusión por el mañana.